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¿EL PRINCIPIO DEL FIN?
Por Malú Kikuchi
1941 - Londres, Gran Bretaña

Termina la Batalla de Inglaterra con la evidente derrota del hasta entonces invencible III Reich. Meses antes Alemania había iniciado una implacable serie de ataques aéreos sobre Inglaterra como paso previo a la ocupación de la isla. Inglaterra y Londres en particular, durante meses, soportaron los ataques.

La Luftwaffe contaba con 2.670 aviones y la Royal Air Force tenía 650 aviones. Parecía imposible desde todo punto de vista que Gran Bretaña pudiera repeler la invasión. Pero lo hizo.

Y cuando los ataques cesaron, el Primer Ministro Winston Churchill dijo:
“Nunca tantos le han debido tanto a tan pocos… ha comenzado el principio del fin”.

Así fue. A Gran Bretaña y sus Aliados les demandó 4 años más para derrotar a Hitler, pero el primer paso se había dado.

Jueves 31 de agosto 2006 - Buenos Aires, Argentina

Desde el momento en que el Ingeniero Juan Carlos Blumberg convocó a una marcha contra la inseguridad en la Plaza de Mayo, el Presidente de la Nación una vez más se dejó aconsejar mal.
La lógica política indicaba que de no poder evitarse la marcha (era obvio que no se podía) había que sumársele. Hasta ese momento el Ingeniero tenía una fluida relación con el Presidente.
El Presidente, aduciendo su respeto por la división de Poderes, podría y tendría que haber acompañado al Ing. Blumberg, de a pie, con una vela en la mano, como un ciudadano más, pidiendo que los Poderes Legislativo y Judicial implementaran lo necesario para pulverizar la inseguridad que nos afecta.

Blumberg hubiera pasado a un segundo plano y hasta los más acérrimos adversarios del Presidente lo hubieran aplaudido. Eso hubiera hecho un político hábil, un político que no se deja llevar por sus emociones, un político que piensa antes de actuar.
Al contrario, el Presidente no encontró nada mejor que tratar de atemorizar a la gente.
Amenazó con una contramarcha liderada por el indescriptible Luis D´Elía, jefe de las fuerzas de choque que responden al Ejecutivo. Cumplió su amenaza. No vale la pena después de lo sucedido, comentar un acto triste, grosero, donde muy pocos de los pocos que asistieron sabían porqué estaban ahí.
Sobre un escenario demasiado grande para la escasa concurrencia que hubo, (que impedía el paso por la Diagonal Norte hacia la Plaza), la presencia de muchos funcionarios del Gobierno al que pertenecen, avalaba quién los había enviado. No pudieron sumar ni a las Madres, ni a las Abuelas, a pesar de ser subvencionadas por el Gobierno. El Premio Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel se sintió estafado en su buena fe (¿¿ ??) y se retiró para no participar con D´Elía, del acto.
Un papelón infinito cuyo costo político se prolongará en el tiempo.

Es bueno hacer algunas comparaciones entre las dos marchas, para confirmar que el artículo 16 de la Constitución Nacional - “todos los habitantes son iguales ante la ley”- ha sido borrado de la misma.

La marcha de Blumberg necesitó 3 semanas para conseguir todos los permisos y garantías gubernamentales… a la de D´Elía y/o Pérez Esquivel , le sobraron 12 horas.
A los asistentes a la marcha de Blumberg se les pedía estacionar sobre las avenidas Belgrano e Independencia, lejos de la Plaza …a los de D´Elía se les permitió estacionar sus ómnibus sobre la misma Avenida 9 de Julio, a metros de su palco.


A la marcha de Blumberg se le establecieron rutas para llegar a la Plaza; a la contramarcha se le abrió la ciudad para que se desplacen libremente.

A la marcha de Blumberg la gente fue por sus propios medios, sin incentivos materiales de ningún tipo; a la de D´Elía se los llevó como si fueran ganado, en buses pagos y concurrencia controlada.

Desde el Gobierno se permitió, a través de los medios afines, que se creara un clima de miedo para que las personas no fueran a la Plaza. Se hizo correr el rumor que desde el Obelisco, en un movimiento de tenaza, las huestes K marcharían sobre la Plaza con capuchas y palos y la Policía tendría orden de no actuar. Se orquestó una campaña donde el miedo era el arma de disuasión más poderosa. Y a pesar de todo, la gente fue a la Plaza. Y fuimos muchos. Muchísimos Ciudadanos, asumidos como tales.
En la marcha de Blumberg primó el respeto en todas sus formas, empezando por la pluralidad religiosa, la mesura de los discursos, la ubicación de los políticos conocidos que no se subieron al escenario y pasaron desapercibidos. En la Plaza, el protagonismo lo tuvo el dolor y el reclamo por la seguridad.

En la contramarcha el insulto soez, la falta de argumentos y el disparate, fueron la constante.

Ciudadanos versus habitantes. Ciudadanos con miedo que no permitieron que el miedo los encerrara en sus casas. Habitantes arrastrados por unos pesos y por miedo a perder un plan subsidiado o un pequeño empleo. La Plaza desbordó de ciudadanos ordenados y pacíficos; el obelisco tuvo escasos habitantes desconcertados que nunca entendieron porqué ni para qué los llevaron a esa reunión.

En la Plaza de Mayo, que es DE TODOS la Nación Argentina renació.
(decir DE TODOS significa: de Blumberg como de D´Elía, de Macri como de las Abuelas, de Patti como de las Madres, de Kirchner como de Alfonsin y de Lavagna, la Plaza que es de todos).

Contrastando con una Casa Rosada totalmente a oscuras, la Plaza brilló con las velas encendidas como símbolo de vida y memoria de los miles de vidas que se llevó la inseguridad en la Argentina.

Pluralidad religiosa, con el magnífico discurso del Rabino Bergman, la Plaza vibró como pocas veces.

La Plaza conmovida cantó con Diego Torres “sacarse los miedos afuera y pintarse la cara color esperanza”. Y se cantó el himno, ese himno que nos representa, el himno que habla de libertad y de gloria.
Y no fueron aquellas palabras aprendidas en la infancia y que se repiten sin pensar en el significado de las mismas…. las palabras volvieron a tener sentido, el sentido de la Patria.
Y hubo emoción, y ganas, y la sensación de que todavía todo es posible.

Blumberg en su dolor, dijo lo que los ciudadanos sabían que diría y esperaban oír.

De pronto, venciendo los miedos, asumiendo su rol de ciudadanos, miles de argentinos, sorprendidos ante su propia, terca y heroica presencia multitudinaria, a pesar de todo, supieron que las encuestas no siempre reflejan la verdad. Y si la reflejan, pueden cambiar. Y creció la esperanza de poder torcer un destino electoral que hasta el jueves 31 de Agosto parecía inmodificable. La Plaza nos ha dejado la fuerza de sabernos muchos, la maravillosa sensación de volver a sentir el orgullo de ser Argentinos y la certeza de que pueden atemorizarnos pero no pueden manejarnos con el miedo.

Falta mucho. Hay que ver quién y cómo se capitaliza el monumental éxito de la Plaza, que es nuestro éxito, el de los ciudadanos de a pie. Hay que ver cómo reacciona el Gobierno que todavía no ha dado señales al respecto. Hay que ver qué hacen desde el Ejecutivo con personajes como D´Elía y Alejandro Slokar. Falta mucho y todo es muy difícil.

Tienen “la caja” y el infinito poder que dan las ingentes sumas de dinero de la caja. Pero, a partir del jueves 31 de Agosto, ellos saben, todos sabemos, que también hay ciudadanos a los que no se puede comprar, ni aterrorizar. Falta mucho y el camino es arduo.

Pero quizás, desde el jueves 31 de agosto de 2006, haya comenzado el principio del fin.

¡¡¡ De nosotros depende !!!

P.D.: Gracias a la Policía Federal Argentina, cuyo comportamiento fue impecable


Sept - Octubre 2006 / Tishrei 5767
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